REALIDAD NACIONAL
LUIS HERNAN MOZOMBITE
CONVERSANDO CON PACO
UN
LIMEÑO POR ACCIDENTE
Paco, usted es un poeta limeño, eso condiciona no solo su obra, sino su visión de la realidad peruana. Tengo entendido que nació en 1928.
¿en qué barrio?
Bueno,
to he nacido en la Maternidad de Lima; el punto de nacimiento mío debió ser Chincha, donde mi padre fue
administrador de correos, pero ocurrió que debía ser operado, de un pequeño,
digamos, no sé, seria tumorcillo o quiste en el cerebro. Entonces le dijeron a
mi mamá que viniera a Lima para dar a luz y nací en la Maternidad, por supuesto
en la zona pagada, fue operado ipso facto por el doctor Bzul.
¿O
sea un limeño por accidente?
Mi
padre era ayacuchano, mi madre era limeña. Yo podía hablar de un origen rural
por parte de padre y urbano por parte de madre. Mi abuelo era propietario de
tierras en Ayacucho y mi padre también es nacido en Ayacucho.
¿Por
qué vivía en Chincha su familia?
La
gran ambición de mi padre fue siempre ser militar, se presentó a Chorrillos,
pero no ingreso. Se dedicó entonces a la carrera de telegrafista, empezó su
función estatal en el ramo de correos y telégrafos como se llamaba
antiguamente.
¿Fue
destacado a Chincha?
Allí
se encontraba mi abuelo paterno y allí conoció a la que iba a ser su esposa y
naturalmente mi madre, con la cual se pudo casar porque gano un premio, en la
lotería española, sino no estaría, el cansado de su nombre, como dice Jiménez.
¿Cuántos hermanos eran ustedes?
¿Cuántos hermanos eran ustedes?
Cuatro,
pero nuestra hermana menor murió muy joven, hace ya 37 años y quedamos tres:
yo, el médico y el último, que es Andrés que es funcionario del Ministerio de
Energía y Minas.
¿Usted
es el mayor?
Yo
soy el mayor, sí.
¿Regreso
la familia a Lima después de su nacimiento y la operación a la que fue sometido?
Más
bien volvimos a Chincha, tengo recuerdos de infancia de Chincha.
¿Qué
recuerdas?
Bueno,
recuerdos muy, muy vagos, de niños. Recuerdo que una vez me escape de casa, que
me agarre a golpes por una palta con otro niño, también le pegue a un niño que
venía a visitarme. Bueno, cosas típicas de niños.
LOS COLEGIOS
¿Estudió
en un colegio estatal?
No,
estudie en el Santa de Ana. De allí viene quizá mi afición por lo italiano. El
colegio Santa Ana venia as ser una filial del Antonio Raimondi, una filial no
declarada. Es decir no se llamaba Raimondi, sino colegio infantil, colegio de
niños de Santa Ana y por supuesto con gran tendencia fascista este colegio. Yo
no tengo ninguna queja de este colegio donde aprendí mis primeras letras del
italiano, idioma que más tarde estudie en el colegio Antonio Raimondi, no en el
aula de alumno regular, sino en un curso que dicto un profesor que siempre
recuerdo, el profesor Lamberto Argolio.
UNIVERSITARIO Y ESCRITOR
¿Usted
ya soñaba con ser escritor?
Por
supuesto, Siempre soñé con eso; he sido el primer alumno de literatura siempre.
Recuerdo que yo era y esto lo puede contar cualquier compañero mío de la
promoción 44, el que soplaba en los exámenes cuando se trataba de literatura.
En matemáticas era quien es hoy el ingeniero Gálvez, mi gran, querido y
admirado amigo. En ciencias naturales, quien es hoy el general de Sanidad de
las fuerzas Policiales Jorge Parodi Solari. Esos tres éramos los que soplábamos
los cursos importantes.
Entonces no hubo duda sobre la vocación
No,
en lo absoluto. Tenía el apoyo de papá para la carrera de las armas o la
abogacía, e ingrese a San Marcos a estudiar Letras, se tenía que pasar por
Letras a la fuerza para estudiar Derecho y ser luego abogado o notario, sin
embargo al segundo, tercer año decidí yo nunca voy a ser abogado, porque esto
no me atrae para nada. Si hubiera sido notario ahora estaría estupendamente
porque en mi familia había notarios: La Notaria Prieto. Todos mis parientes
notarios fallecieron, de modo que entonces me hubiera tocado a mí, pero en un
plazo brevísimo el cargo, puesto que generalmente en las notarías, es el familiar
el que hereda la notaria, si tiene el titulo respectivo, como es lógico, pero,
bueno, me atrajo la literatura y di un gran salto a la garrocha.
LOS POETAS PUROS Y LOS SOCIALES
1945
es el año del triunfo de Frente Democrático. El APRA está en el poder y se inicia un ciclo reformista en la política
peruana que tendrá lógicamente repercusiones en el ámbito literario. De allí la
famosa querella entre puros y sociales que empieza a cobrar formas. Era como
una especie de eco de lo que venía detrás en el mundo.
¿Dónde
se situaba usted es en ese momento, entre los puros o entre los sociales?
En
verdad yo era amigo de poetas de ambos grupos. Visitaba la casa de Blanca
Varela a donde acudían Javier Sologuren y Sebastián Salazar Bondy y muy esporádicamente
Jorge Eduardo Eilson. Y también llegaba a veces a la redacción de La Tribuna
para conversar con Julio Garrido Malave, Eduardo Jibaja, Gustavo Valcárcel,
Alberto Valencia, Mónica, Ricardo Tello, Luis Carnero Checa, todos ellos
llamados entonces “Los poetas del Pueblo”. Es decir era amigo de los poetas del
pueblo y de los “niños góticos” como les decían a los puristas.
LAS LECTURAS PREDILECTAS
Han
sido siempre mis lecturas predilectas Manrique, Góngora, Garcilaso, Fray, Luis
de León, San Juan de la Cruz.
En
sus últimos poemas, algunos inéditos, hay además elementos arquitectónicos…
Arquitectónicos,
a sí.
Pero
también otros como gnomos u otros creaturas…
Hay
muchos sedimentos culturales. Por ejemplo elementos árabes que afloran y que
son necesarios para poder transmitir lo que mi espíritu, mi corazón, mi alma,
mi inspiración sentía. No he cantado rascacielos, ni la velocidad, soy más bien
un poeta contemplativo o como dice mi querido y admirado gran poeta Pablo
Guevara, estoy entre los poetas nominalistas.
EL ETERNO ENAMORADO
Perdóneme
si la pregunta es indiscreta o impertinente: tiene usted fama de eterno
enamorado, de galanteador impenitente…
Me
han hecho la fama, pero sí, me he enamorado muchas veces fuertemente. No
menciono los nombres de ellas porque casi todas están vivas y están cansadas y
ya deben ser abuelas y por supuesto he decidido no verlas. A un amigo le sucedió
algo curioso: fue a ver a su amiga enamorada, de las épocas juveniles de San
Marcos, la iba a encontrar en un almuerzo de promoción ingresante del 45 en el
Club Regatas y cuando apareció esta ex enamorada fue una sorpresa enorme para
él. Yo ya le había dicho que 30 años después no se ve a nadie.
“SOY AGNÓSTICO”
Paco,
¿es usted religioso?
Debo
acudir una respuesta clásica. Soy agnóstico: es una decisión interna, una
fractura interna, como dijeran los italianos. Yo me siento muy apegado a mi
patrona, siempre le digo así a la Virgen del Carmen, que no debe ser sino un
transfer de mi madre a la Virgen del Carmen.
EL OFICIO DEL POETA
¿Cuál
es su manera de trabajar la poesía?
Generalmente en la noche se me viene la
inspiración, siempre pongo un cuaderno o papeles al pie del volador. A veces me
viene un poema competo que no copio por flojera, por desidia, por no hacer
bulla, como vivo junto a los propietarios de la casa y tienen hijos que van al
colegio, procuro no causar ruidos. Cuantos buenos poemas se me han ido por eso,
y además como vivo con mi hermano, debo encender la luz y él debe levantarse
muy temprano para ir al ministerio.
No,
estudie en el Santa de Ana. De allí viene quizá mi afición por lo italiano. El
colegio Santa Ana venia as ser una filial del Antonio Raimondi, una filial no
declarada. Es decir no se llamaba Raimondi, sino colegio infantil, colegio de
niños de Santa Ana y por supuesto con gran tendencia fascista este colegio. Yo
no tengo ninguna queja de este colegio donde aprendí mis primeras letras del
italiano, idioma que más tarde estudie en el colegio Antonio Raimondi, no en el
aula de alumno regular, sino en un curso que dicto un profesor que siempre
recuerdo, el profesor Lamberto Argolio.
Por
supuesto, Siempre soñé con eso; he sido el primer alumno de literatura siempre.
Recuerdo que yo era y esto lo puede contar cualquier compañero mío de la
promoción 44, el que soplaba en los exámenes cuando se trataba de literatura.
En matemáticas era quien es hoy el ingeniero Gálvez, mi gran, querido y
admirado amigo. En ciencias naturales, quien es hoy el general de Sanidad de
las fuerzas Policiales Jorge Parodi Solari. Esos tres éramos los que soplábamos
los cursos importantes.
1945
es el año del triunfo de Frente Democrático. El APRA está en el poder y se inicia un ciclo reformista en la política
peruana que tendrá lógicamente repercusiones en el ámbito literario. De allí la
famosa querella entre puros y sociales que empieza a cobrar formas. Era como
una especie de eco de lo que venía detrás en el mundo.
En
verdad yo era amigo de poetas de ambos grupos. Visitaba la casa de Blanca
Varela a donde acudían Javier Sologuren y Sebastián Salazar Bondy y muy esporádicamente
Jorge Eduardo Eilson. Y también llegaba a veces a la redacción de La Tribuna
para conversar con Julio Garrido Malave, Eduardo Jibaja, Gustavo Valcárcel,
Alberto Valencia, Mónica, Ricardo Tello, Luis Carnero Checa, todos ellos
llamados entonces “Los poetas del Pueblo”. Es decir era amigo de los poetas del
pueblo y de los “niños góticos” como les decían a los puristas.
Hay
muchos sedimentos culturales. Por ejemplo elementos árabes que afloran y que
son necesarios para poder transmitir lo que mi espíritu, mi corazón, mi alma,
mi inspiración sentía. No he cantado rascacielos, ni la velocidad, soy más bien
un poeta contemplativo o como dice mi querido y admirado gran poeta Pablo
Guevara, estoy entre los poetas nominalistas.
Me
han hecho la fama, pero sí, me he enamorado muchas veces fuertemente. No
menciono los nombres de ellas porque casi todas están vivas y están cansadas y
ya deben ser abuelas y por supuesto he decidido no verlas. A un amigo le sucedió
algo curioso: fue a ver a su amiga enamorada, de las épocas juveniles de San
Marcos, la iba a encontrar en un almuerzo de promoción ingresante del 45 en el
Club Regatas y cuando apareció esta ex enamorada fue una sorpresa enorme para
él. Yo ya le había dicho que 30 años después no se ve a nadie.
Generalmente en la noche se me viene la
inspiración, siempre pongo un cuaderno o papeles al pie del volador. A veces me
viene un poema competo que no copio por flojera, por desidia, por no hacer
bulla, como vivo junto a los propietarios de la casa y tienen hijos que van al
colegio, procuro no causar ruidos. Cuantos buenos poemas se me han ido por eso,
y además como vivo con mi hermano, debo encender la luz y él debe levantarse
muy temprano para ir al ministerio.
VALLEJO: PERIODISTA PARADIGMÁTICO
Este trabajo tiene el propósito de presentar la
figura del gran poeta César Vallejo en su vertiente periodística. Haremos un
periplo por la diversidad de temas que el poeta aborda en su discurrir
comunicativo; plantearemos el carácter paradigmático de su tarea periodística,
en tanto en cuanto ella no se limita, meramente, a informar, sino que se
adentra en la urdimbre de la noticia, la devela, la desmitifica, y siempre saca
de ella una urgente lección para que el lector asuma el mensaje periodístico
como una suerte de enseñanza que aprende y aprehende al tomar contacto con el
artículo, crónica o interviú vallejianos.
I. DESDE NUESTRO TIEMPO
La visión de un
lector, de un escritor que se acerca a Cesar Vallejo con el poema “Masa” para preguntarle algo acerca del tiempo que le ha
tocado vivir, y para comprender que sus “respuestas” tienen un matiz de
actualidad absoluta, de vigencia indeleble, de permanente entronque en las
anfractuosidades de nuestro tiempo.
El
escritor Vallejo y la política internacional, está ligada en que el que el autor plantea que la lectura de
Poemas Humanos y España, aparta de mí este cáliz, debería ser una suerte de
alter ego de los trabajos de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, en Ginebra, pues: “Así las negociaciones serían menos políticas y más
humanas”.
su
formación política con las lecturas de textos del socialismo científico, que le
dieron, al bardo, al periodista, instrumentos más congruentes para el análisis
y superación de esa experiencia límite que él había aprehendido en el París de
entreguerras, en “el tórax del Café” en medio de “un óxido profundo de
tristeza” .
La
formación política de Vallejo le sirvió para hacer más universal su poesía,
para dar base científica a su periodismo, para permitirle el paso del dolor
individual al del hombre víctima del Sistema:
Y
para denunciar a ese “execrable Sistema” ya citado, el que parirá la guerra,
forma ecuménica del dolor y de la Muerte, a la que el poeta se enfrentará,
especialmente en ese poema-testamento que es “España, aparta de mí este cáliz”.
Es
también interesante plantear, en este libro, el sentido del legado que César
Vallejo da a los nuevos poetas, a los poetas del hoy, y, asimismo, a los nuevos
periodistas, a los que él estamos seguros les sigue hablando.
Y
este mensaje a pesar de lo desprestigiado y cuestionable del término interesa
insertarlo en los predios de los poetas y periodistas jóvenes del Perú,
asediados por ciertas peligrosísimas “ondas” postmodernistas, que preconizan un
sintomático alejamiento de “lo político”, al estar todo lo social dicen,
superado, podrido y demodé, por corresponder a la retórica de los 60s…
Lo
importante es situar a Vallejo en su contexto histórico, apreciarlo en su
inabarcable dimensión de hombre imposible de encasillar, pero al que no podemos
mutilarle su ideología, su formación política, su militancia.
los
jóvenes poetas e investigadores de San Marcos plantean una nueva lectura de
Vallejo, donde se reivindican los aspectos lúdicos, irreverentes y hasta
“mágicos” de quien, por otra parte, fue un buen lector de Euguren y un
declarado admirador de Chaplin. Pero también sería bueno que ellos, y todos
los numerosos jóvenes lectores de nuestro máximo poeta, no olviden que Vallejo
fue, asimismo, un disciplinado estudiosos de las ciencias sociales, un zahorí
decodificador del expectante tiempo que le tocó vivir, y para ello nada mejor
que internarse en la lectura de la ladera periodística de nuestro bardo.
Una de las lecciones más urgentes para hogaño, una de las que hacen a Vallejo
un poeta y un periodista definitivamente engarzado en el hoy, en nuestro tiempo
de crisis, es que su obra, con todo lo universal que resulta, lo es porque está
profundamente insertada en su lar nativo.
Es
decir, su poesía no pierde su identidad peruana, tangible desde Los Heraldos
negros, sí, pero perfectamente distinguible en ese monumento sui generis a la
vanguardia que es Trilce, hasta arribar a Poemas Humanos (Los poemas de París),
donde la lejanía física hace insertarse al bardo en la patria entrañable.
II. LADERAS PERIODÍSTICAS
DE CÉSAR VALLEJO
El campo periodístico de Vallejo no tuvo límites. Todos los temas humanos fueron foco de su interés: ésa es una de sus condiciones paradigmáticas. Nada de lo humano le fue extraño, con lo que causa verdadero asombro para los hoy llamados intelectuales escritores, artistas que si bien es cierto pueden incursionar (y de hecho incursionan) en el diarismo o en la colaboración con hebdomadarios, es muy poco probable que se despachen con artículos como algunos de los de nuestro poeta, donde se enfocan áridas crisis económicas, o se discuten temas sobre el armamentismo, con un preciso manejo de cifras y datos que nos llevan a lo que, ahora mismo, se llama periodismo de “investigación”.
El
mayor número de colaboraciones periodísticas de nuestro poeta corresponde a los
problemas literarios: en esta vertiente no se trata sólo de la mera reseña de
la obra nueva, sino de, principalmente, la señalización de los rumbos distintos
que el arte literario iba tomando y, particularmente, la sobria, aunque a veces
justificadamente acerba, crítica a los “contrabandos” que, con el nombre de
“nueva literatura”, encubrían viejas posiciones regresivas, actitudes más o
menos resobadas y, concretamente, nada originales. Es interesante, en especial,
el sentido que Vallejo tiene de representar a una nueva generación literaria,
con sus responsabilidades y deberes, que él no sólo planteará, sino que asumirá
con su vida y su obra, de modo consecuente, de modo arquetípico.
El
artículo de Vallejo es impresionante por la información que maneja, por la
comparación entre los estados económicos en crisis de Inglaterra, Alemania y
Estados Unidos, en contraste con la sui generis “bonanza” de Francia que: “continúa
explotando tranquilamente sus dominios coloniales, atrae y centraliza en París
todo el oro del mundo, mantiene en equilibrio más o menos favorable sus
importaciones o exportaciones, y por último ostenta un signo concluyente y, en
estos momentos, raro, de colgadura industrial y de salud social; no tiene
desocupados o casi no los tiene. Su situación es, pues, envidiable.”
En
conclusión en este capítulo, expresa que una de las características magnas
de la obra periodística de nuestro máximo poeta, es su maestría para los
retratos de personas y personajes de la cultura y la política de su tiempo. Es
cierto que estas etopeyas no siempre resultan encomiásticas, pero lo importante
es que se apoyan en un razonamiento esclarecido y esclarecedor.
III. NO SÓLO INFORMAR:
MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA
Vallejo es una gran informador, que el viaje por sus artículos y crónicas
nos permite, sin duda, adentrarnos por los vericuetos de la decisiva época que
le tocó vivir (tanto en el Perú cuanto en Europa). Pero, a la vez, afirmamos
que nuestro poeta no se queda en este (importante) aspecto: el de satisfacer el
hambre informativa, el de cubrir una trascendente necesidad: la de estar
informador sobre lo último de la literatura, el arte, la política, la ciencia,
la moda, los deportes (y todo lo que vimos en el capítulo anterior).
Hay siempre un metalenguaje utilizado
por el poeta para situarnos en la capacidad (tan humana) de interpretar los
sucesos en su exacta (y plural, polivalente) dimensión.
En la mejor huella de un
Baudelaire, igualmente buido crítico, el bardo peruano plantea toda una
estética; y, mediante la profunda poesía de su lenguaje, llega hasta tocar las
puertas de una explicación filosófica del mundo. Todo lo cual nos conduce hacia
los propios cangilones creativos del autor de Poemas Humanos, para concluir
planteando la posibilidad hasta donde sabemos nunca hecha de develar el
misterio de su poesía.
Vallejo sabe decodificar los
sistemas de encubrimiento de los imperialismos, de aquellos que, por disputarse
las presas económicas, recurren al eufemismo, pues, si se quitaran las caretas,
si aparecieran tal y como son, “equivaldría a la declaratoria de una nueva
guerra” (la que de todos modos adivino).
De modo similar, Vallejo no se
limita a informar y rasgarse las vestiduras “ante la inmoralidad de los
profesionales que así trafican con la salud y la vida del vecindario”, sino que
plantea meridianamente “que semejantes vicios profesionales subsisten y
subsistirán mientras no sean examinados en sus profundas causas sociales y
económicas.”
En el artículo “Moscú en el
porvenir”, encontramos otra válida muestra de cómo el poeta no se limita a
exponer las ideas de un autor, sino que las discute y demuele a base de su
sólida formación científica, de su capacidad analítica imponderable. Aquí, pues
luego de exponer las ideas de Lucien Romier (“que pasa por ser un sociólogo de
laboratorio y por plantear y tratar los fenómenos sociales con riguroso y hasta
revolucionario método objetivo”); después de exponerlas, las discute
radicalmente.
Según la tesis bizantina
de Romier, la ciudad de Moscú está destinada a desaparecer, por razones de
navegación fluvial, marítima o algo por el estilo.
Pero Vallejo señala que este
autor se ha estacionado en el principio de los fisiócratas, para quienes “las
leyes constitutivas de la sociedad son las leyes de orden natural”.
Nuestro poeta añade que “Romier
se queda aquí y rechaza o no concibe la influencia del medio social sobre la
naturaleza o sobre la propia sociedad, influencia que, según Marx, toma día a
día un peso decisivo en los destinos y transformaciones sociales…”
En “Las grandes lecciones
culturales de la Guerra Española”, hallamos otra muestra de texto
paradigmático, en el orden de ir más allá de la información y de la
señalización del deber de los intelectuales y su vigencia en la práctica en la
vida cotidiana.
Y concluye con lo que no podemos
menos que llamar una bellísima poética para el intelectual de todos los
tiempos:
“Y es que lo que importa sobre
todo al intelectual, es traducir las aspiraciones populares del modo más
auténtico y directo, cuidándose menos del efecto inmediato (no digo demagógico)
de sus actos, mas de su resonancia y eficacia en la dialéctica social, ya que
ésta se burla, a la postre, de toda suerte de vallas, incluso las económicas,
cuando un ‘salto’ social está maduro”
IV. CALAS EN EL ESTILO PERIODÍSTICO DEL BARDO
Mucha agua ha corrido bajo los puentes del estilo poético del bardo. Vallejiano es quizá el calificativo, que se ha ido imponiendo, para tipificar ese modo único e irrepetible de decir ciertas cosas, en poesía, y nosotros añadiríamos ¡también en su prosa periodística! O, por lo menos, en algunas de sus más calificadas muestras.
Ese trabajo sobre el lenguaje, hasta domeñarlo, se transparenta, igualmente, en el discurrir de artículos y crónicas de todas las épocas.
“Haciendo memoria y computando fechas,
resulta, pues, que “La muerte de Colón” corresponde a las postrimerías de la
vida de Merino y así se explica el espíritu reconcentrado, la fulminante tisis
teológica de esta tela, a cuyo efecto concurre a maravilla el general perfume
de santo trigo pútrido que se exhala del lienzo.”
Un rasgo característico del
estilo del periodista Vallejo, es el uso de la ironía:
Veamos algunos ejemplos
característicos: Vallejo cuenta el caso de un tal M. Teineur que “se ha
querellado ante los jueces contra su esposa, acusándola de que le traiciona
con… su primer marido, fallecido hace algunos años.” La susodicha doña se niega
a compartir el lecho conyugal con el demandante, y mas bien, se queda en su
saloncito “diz que a jugar al espiritismo.” La cosa ha llegado a mayores porque
el supuesto cornudo onírico agrega que “la última noche ha oído él, con sus
propios oídos, que la culpable se besaba ruidosamente con el difunto, a quien
ella murmuraba palabras de amor, entre suspiros más o menos metafísicos.”:
También, en el simpático rubro de
la ironía del humor escogemos “El sombrero es el hombre” que, para comenzar,
es una ingeniosa paráfrasis de la celebérrima frase de Buffon: El estilo es el
hombre. Escrita en París, en julio de 1926, y con soberbia prosa, vale la pena
citar fragmentos de la crónica en referencia:
“Todas las cosas llevan su sombrero. Todos los animales llevan su sombrero. Los
vegetales también llevan el suyo. No hay en este mundo quien no lleve la cabeza
cubierta. Aun cuando nos
quitamos el sombrero, siempre queda nuestra cabeza tocada de algo que podríamos
llamar el sombrero innato, natural y tácito de cada persona, que no es del todo
inseparable.”
“A la opinión pública no le toca sino mirar
con indiferencia estas pintorescas carreras de caballos, que son los premios literarios
en Francias.”
V. PERIODISMO Y LITERATURA O UN PERIODISMO CREATIVO Y CREADOR
La presencia de numerosas estancias de prosa poética, nos permiten arribar a la conclusión de que, en Vallejo, el trabajo de la comunicación periodística impresa no anduvo divorciado de su condición de creador integérrimo.
Igualmente, un tópico interesante
es el que incide en la preocupación de Vallejo por darnos diversas poéticas,
luminosas páginas de su estética y, a veces, desorientarnos (por lo menos
desorientó a algunos) al hacer pasar como artículos, por el hecho de haber
aparecido en revistas, a verdaderos poemas en prosa, como “La defensa de la
vida” y “La dicha en la libertad” , amén de “Se prohibe hablar al piloto” que, por favor, no puede ser ni “Artículo” ni
“crónica” y que, por lo tanto, resulta tan insólita su presencia en selecciones
de aquéllos; como, igualmente, lo resulta la inclusión de “Una crónica incaica”
y “La danza del Situa” ,por más que el editor lo justifique, escribiendo que lo
hizo “para no romper la secuencia de la contribución periodística de Vallejo”.
También relevamos numerosos casos
de intertextualidad: o sea, de momentos en los que, desde la crónica y/o
artículo, se prevé el poema: o cómo, en el escrito periodístico, perviven
hallazgos provenientes de poemas, como ese adjetivo tan vallejiano “quijarudo”,
presente en Trilce LXV, y que aparece en dos artículos que señalaremos en su
momento.
Existen, del mismo modo, bajo la
piel de crónicas y artículos, larvados o en agraz, cuentos o greguerías,
ensayos o disquisiciones filosóficas, metafísicas, a las que nuestro poeta, por
otra parte, era tan adicto.
Vallejo es un escritor que
permanentemente defiende los fueros del arte, del espíritu, del creador.
Combate, sin tregua, contra todo lo que intente ahogar a la criatura humana, a
aquella que, tan paradigmáticamente, hiciera protagonista de toda su obra
creativa
La obra de arte literaria, en su
más alta dimensión, llega a la categoría de filosófica: ofrece una cosmovisión.
Se pregunta por el mundo y se da sus propias respuestas.
En medio de estos textos
periodísticos, que no vacilamos en agrupar dentro de su obra de artista de la
palabra, se da el mismo fenómeno.
Vallejo hace comunicación
periodística; mas, Vallejo, por intermedio de ella, asimismo, poetiza. Y
Vallejo, en definitiva, por el mismo conducto, asimismo, filosofa.
Y aquí nuestro poeta aprovecha
para plantearnos una de sus más logradas concepciones sobre el arte y el
artista, sobre toda una estética de la palabra poética. Leamos y meditemos,
juntos, acerca de la incontrovertible calidad de estas conclusiones
vallejianas, que, por cierto, igualmente, pueden, deben, estar incluidas entre
las mejores páginas antológicas del pensamiento estético peruano; o, más clara
y definitivamente, latinoamericano, universal:
Sobre el mismo tema de la
estética, es de gran actualidad la crítica que hace Vallejo al propio Gorki, a
quien cuestiona porque lo que dice él del arte proletario resulta, mutatis
mutandi, lo mismo que “han dicho del arte burgués los estetas y críticos
burgueses de todas las épocas.”
Y concluye con un razonamiento
muy en su línea de rescate de todo lo concerniente a la defensa de la vida y
del hombre:
Los momentos de la gran crisis de
entreguerras, que vivió Vallejo en el atormentado corazón de Europa, tienen una
aguda semejanza con los nuestros, en los que, con la caída de la URSS y el
colapso estrepitoso de la llamada Comunidad Socialista, asistimos a una
arremetida de ese nuevo fundamentalismo, que es la salvaje, inhumana oleada del
capitalismo antropofágico, que ahora usa el antifaz de neoliberalismo.
En medio de semejante vorágine,
el escritor, el artista, sufren las consecuencias de una marginación que reduce
su papel a una mínima expresión, si es que ésta, por lo menos, le queda. Salvo
que se produzca lo que a menudo se produce: el creador que asume la política
del avestruz: hunde su testa bajo la tierra ensangrentada, y ve (aunque se hace
el que no ve), impasible, la masacre, el holocausto de sus ideas, arrasadas por
la avalancha de inhumanidad que todo lo inunda.
En fin, el escritor auténtico, el
que mantiene enhiesto el gonfalón de sus ideas, el que cree en la pervivencia
de los ideales de Vallejo, de Mariátegui, de Neruda, de Paul Eluard, de Louis
Aragón, de Rafael Alberti, de Nazim Hikmet, de Jorge Amado, de Nicolás Guillén,
de Javier Heraud, de Alejandro Romualdo, de Gustavo Valcárcel, del propio
Brecht, tiene que buscar (y encontrar), salidas para su propia sobrevivencia.
En este sentido, también, es
paradigmática la obra periodística de nuestro poeta universal. Vallejo,
constantemente, en las entrelíneas de sus artículos y crónicas, nos está dando
las claves para algunos caminos.
En la obra periodística de
Vallejo, en ciertos artículos, ya hemos afirmado que se rebasan los linderos de
éstos, para llegarse a verdaderos ensayos de estética, donde el poeta nos
plantea, con claridad meridiana, sus puntos de vista, sus concepciones vitales
y creadoras del arte y la política. Y en esto, igualmente, resulta
paradigmática su posición, porque no tiene en cuenta posibles limitaciones, no
obstante que los objetos de sus críticas sean sus compañeros de generación o
sus pares ideológicos.
Vallejo, dentro de su cosmovisión (tan parecida en esto a la
de José Martí) amaba lo no “contaminado” de ciertos territorios, cada vez más
escasos en Europa, y toda vía existentes en América . De allí el amor de
nuestro poeta por España… y por Rusia.
Otro de los aspectos interesantes
en esta suerte de vasos comunicantes entre periodismo y literatura, es ya lo
adelantamos cómo aparecen, en las crónicas y/o artículos, hallazgos, preseas,
provenientes de los versos. Es el caso del adjetivo “quijarudo”.
En este capítulo nos presenta la figura del gran poeta César Vallejo en su vertiente periodística. Su carácter paradigmático de su tarea periodística, que no se limita, a informar, sino que se adentra en la trama de la noticia, la devela, la desmitifica, y siempre saca de ella una lección para que el lector asuma el mensaje periodístico como una suerte de enseñanza que aprende y aprehende al tomar contacto con el artículo o crónica vallejiana.
Asimismo se aprecia que dirige sus críticas a distintos autores latinoamericanos utilizando distintos
adjetivos, pues sus enunciados nunca critican directamente a un autor en
particular sino utiliza adjetivos para calificar o mejor descalificar la
producción literaria de ellos, critica a Chocano y su “barato americanismo”, a
Jorge Luis Borges y su “fervor bonaerense” y Gabriela Mistral y su
“latinoamericanismo", a quienes se opone por no ser una expresión natural y
propia para él “los latinoamericanos no tienen nada que ofrecer”, todos
ellos son alcanzados por la aguda pluma de este gran escritor y pensador
peruano.
Posteriormente el concepto de Literatura americana que maneja Vallejo, al hablar de Literatura Americana se circunscribe a lo Latinoamericano, a lo producido en castellano. Es curioso anotar que dirige sus críticas más duras a los escritores de otros países mientras que los peruanos son tratados de distinta manera, rescata en Chocano su “barato americanismo” y al hablar de Pablo Abril de Vivero le confiere “la rara virtud de emocionar” lo trata como una excepción a la norma imperante en esa época, poseedora de una gran emoción, que representa la calidad literaria a la que se puede llegar si es que se abandonan las tendencias y se apuesta por una autoctonía.
Vallejo critica el que se use el rótulo de “América Latina” por algunos escritores para alcanzar prestigio en Europa, un prestigio que no siempre está sustentado por una gran calidad literaria sino más que todo por el país al que pertenece y que se encuentra fortalecida por el interés europeo por estas tierras tan poco conocidas por ellos y que incrementan su curiosidad. “América Latina” se ha convertido en un objeto, dos palabras que tienen el poder mágico de brindar riquezas, popularidad, reconocimiento a personas que se aprovechan de ella, esto es lo que critica Vallejo cuando dice de estas dos palabras “De ellas sacan gran provecho personal todos aquellos que nada pueden hacer por cuenta propia sino agarrándose al país de su procedencia”. Su postura es clara y rotunda, Vallejo condena duramente este uso indebido de la tierra donde se ha nacido. Y no sólo lo condena sino que lo pone en práctica, él nunca gozó de la popularidad que se merecía porque siempre intentó ser él mismo, desarrolló un tipo de poesía que respondía a sus inquietudes, a su sentir, esto fue lo que lo hizo universal, no el ser peruano.
Vallejo se muestra también crítico contra los escritores que en su tiempo y en América desarrollan la literatura, critica los rumbos que iba tomando el arte literario que con el nombre de “Nueva Literatura” encubría viejas posiciones regresivas, actitudes rebosadas, carentes de originalidad en los que el “espíritu del creador” que es el ente creador, el que motiva toda la producción literaria no se encuentra en ellos, sólo se limitan a imitar a los poetas europeos, y cuyas “innovaciones” no son más que simples réplicas de anteriores postulados que regían la moda en Europa con un nombre distinto. Es en este sentido que Vallejo aboga por la literatura americana en sí, que responda a las inquietudes propias de este lugar, que responda a nuestras necesidades, que sea un producto de nuestra tierra, este es el tipo de literatura que va a ayudar a la realización personal del poeta. Vallejo añade que “hay un timbre humano, un latido vital y sincero, al cual debe propender el artista”, una emoción a la que los escritores en América no llegan, esa autoctonía que no se refleja en ningún escrito, pues “la autoctonía no consiste en decir que se es autóctono, sino en serlo efectivamente, aun cuando no se diga”. Postula la creación de una nueva generación literaria, que él no se limita a plantear sino va a asumir con su vida y con su obra, de modo arquetípico.
Podemos ver en las palabras de Vallejo una verdad que trasciende su tiempo y se proyecta a los posteriores, a los contemporáneos. En esto reside la importancia de César Vallejo y la preponderancia de sus escritos puesto que al haber sido sus crónicas periodísticas muy poco estudiadas, muchas de sus opiniones tan atinadas no son de conocimiento público. Si es que se conocieran más aspectos de la obra de César Vallejo, su fama y reconocimiento se incrementarían tal y como lo merece un pensador de su talla.
Posteriormente el concepto de Literatura americana que maneja Vallejo, al hablar de Literatura Americana se circunscribe a lo Latinoamericano, a lo producido en castellano. Es curioso anotar que dirige sus críticas más duras a los escritores de otros países mientras que los peruanos son tratados de distinta manera, rescata en Chocano su “barato americanismo” y al hablar de Pablo Abril de Vivero le confiere “la rara virtud de emocionar” lo trata como una excepción a la norma imperante en esa época, poseedora de una gran emoción, que representa la calidad literaria a la que se puede llegar si es que se abandonan las tendencias y se apuesta por una autoctonía.
Vallejo critica el que se use el rótulo de “América Latina” por algunos escritores para alcanzar prestigio en Europa, un prestigio que no siempre está sustentado por una gran calidad literaria sino más que todo por el país al que pertenece y que se encuentra fortalecida por el interés europeo por estas tierras tan poco conocidas por ellos y que incrementan su curiosidad. “América Latina” se ha convertido en un objeto, dos palabras que tienen el poder mágico de brindar riquezas, popularidad, reconocimiento a personas que se aprovechan de ella, esto es lo que critica Vallejo cuando dice de estas dos palabras “De ellas sacan gran provecho personal todos aquellos que nada pueden hacer por cuenta propia sino agarrándose al país de su procedencia”. Su postura es clara y rotunda, Vallejo condena duramente este uso indebido de la tierra donde se ha nacido. Y no sólo lo condena sino que lo pone en práctica, él nunca gozó de la popularidad que se merecía porque siempre intentó ser él mismo, desarrolló un tipo de poesía que respondía a sus inquietudes, a su sentir, esto fue lo que lo hizo universal, no el ser peruano.
Vallejo se muestra también crítico contra los escritores que en su tiempo y en América desarrollan la literatura, critica los rumbos que iba tomando el arte literario que con el nombre de “Nueva Literatura” encubría viejas posiciones regresivas, actitudes rebosadas, carentes de originalidad en los que el “espíritu del creador” que es el ente creador, el que motiva toda la producción literaria no se encuentra en ellos, sólo se limitan a imitar a los poetas europeos, y cuyas “innovaciones” no son más que simples réplicas de anteriores postulados que regían la moda en Europa con un nombre distinto. Es en este sentido que Vallejo aboga por la literatura americana en sí, que responda a las inquietudes propias de este lugar, que responda a nuestras necesidades, que sea un producto de nuestra tierra, este es el tipo de literatura que va a ayudar a la realización personal del poeta. Vallejo añade que “hay un timbre humano, un latido vital y sincero, al cual debe propender el artista”, una emoción a la que los escritores en América no llegan, esa autoctonía que no se refleja en ningún escrito, pues “la autoctonía no consiste en decir que se es autóctono, sino en serlo efectivamente, aun cuando no se diga”. Postula la creación de una nueva generación literaria, que él no se limita a plantear sino va a asumir con su vida y con su obra, de modo arquetípico.
Podemos ver en las palabras de Vallejo una verdad que trasciende su tiempo y se proyecta a los posteriores, a los contemporáneos. En esto reside la importancia de César Vallejo y la preponderancia de sus escritos puesto que al haber sido sus crónicas periodísticas muy poco estudiadas, muchas de sus opiniones tan atinadas no son de conocimiento público. Si es que se conocieran más aspectos de la obra de César Vallejo, su fama y reconocimiento se incrementarían tal y como lo merece un pensador de su talla.
Para
nadie es un secreto que Vallejo era pobre de solemnidad. Esto es, que la
pobreza y la orfandad en él jamás fue una pose literaria, sino una auténtica
penuria real. Pero en su caso la indigencia no sólo era material, es decir del
pan material, sino también del pan tantálico que en la puerta del horno se nos
quema.
En
otras palabras, su sed y hambre era no sólo física sino primordialmente
espiritual. Y cuando digo espiritual no aludo simplemente a una sed psicológica
de afecto, de amor materno y fraternal, no apunto simplemente a una aspiración
hacia la justicia social y a la fraternidad humana, sino que fundamentalmente
señalo una esperanza, necesidad y sed de Dios.
Lo importante es situar a Vallejo en su contexto histórico, apreciarlo en su inabarcable dimensión de hombre imposible de encasillar, pero al que no podemos mutilarles su ideología, su formación política, militancia.
Si la poética de Vallejo está viva no es solamente por razones
estéticas y sociales, que increpa a los desafíos de la sociedad actual, sino
porque hunde su colmillo lobuno en lo más recóndito de la condición humana,
esto es, su situación límite de criatura finita y libre, ontológicamente
menesterosa y sufriente hasta su plenificación en Dios.
APUNTES SOBRE LA LITERATURA PERUANA
La Tesis de Luis Alberto Sánchez sobre la literatura peruana por vista crítica literaria última
Planteamiento de Antonio Cornejo
Polar:
Al mérito de Luis Alberto Sánchez de ampliar el corpus de la literatura peruana con la incorporación de la literatura prehispánica, en especial la incaica, y de apuntar la importancia de la tradición folklórica, Cornejo Polar le resta la importancia indicando que aquellos puntos que están muy mediatizados, pues lo incaico se maneja una prehistoria gloriosa pero definitivamente muerta y el ejercicio moderno de las literaturas indígenas y populares solo es considerado en la medida en que pueda ser asumido y transformado por la literatura erudita.
Planteamiento de Washington
Delgado:
La razón que alega Washington
Delgado para considerar discutibles estas ideas de Sánchez, es el hecho de que
poseen "una evidente raíz positivista, emparentada con los sistemas de
análisis literario de Taine y de Sainte-Beuve, también envejecidos hoy
día", ya que "carecen de una base científica, sólida y cierta".'
Termina diciendo que dichas especulaciones "podrían explicar algún matiz
de una obra determinada, pero que por su consistencia estática no pueden
explicar un proceso a todas luces contingente como el de la historia de la
literatura".'
Planteamiento de Eugenio
Chang-Rodríguez:
Chang-Kodriguez anota otros
aspectos de la tesis de Sánchez: su propuesta que la literatura peruana debe
ser, antes que nada, quechuista, para desembocar después en el nativismo; su
rechazo a la posibilidad de un retorno al incario y al predominio de la
tradición española; su definición del perricholismo como una inclinación al
tema colonialista; su negativa a ser considerado antindigenista, junto a su
rechazo a toda posición exclusivista; la inclusión que hace de la literatura
incaica y de la tradición folklórica en su voluminosa historia de nuestra
literatura. Todo esto evidenciaría su concepción centrista.
Planteamiento de Miguel Ángel
Rodríguez Rea:
Sánchez plantea que la tradición indígena debe ser la preponderante en
la formación de una literatura nacional, y redondea su tesis proponiendo
"un modelo de literatura nacional que concilie lo indígena con lo
hispánico".' La crítica que hace Rodríguez Rea a esta última propuesta de
Sánchez se centra en el hecho que éste considera a la melancolía como la única
"señal de identidad de lo indígena", puesto "que la melancolía
es una característica netamente occidental, ajena al espíritu indígena". Y agrega: "Querer destacar la actitud
callada, hierática de los indígenas como un sinónimo de impotencia para
generar su desarrollo social, es un asunto discutible si se tiene en
consideración los movimientos campesinos
ocurridos durante toda la historia peruana, además de ser un sector social marginado y expoliado
sistemáticamente".
Planteamiento de Mirko Lauer:
El libro de Lauer, a pesar de incidir en la relación
literatura-política, aporta algunos juicios sobre la posición de Sánchez en el
debate sobre una literatura nacional en el Perú. La idea central se resume en
lo siguiente: "En La literatura peruana juicio preponderante
podría ser que la literatura nacional efectivamente existe entre nosotros, con
algunos rasgos específicos y un corpus acopiable. A esto podría añadirse que la
literatura [peruana], además de existir, es suficiente: que su capacidad de
representar la realidad nacional, natural e histórica, está a la altura de las
exigencias de lo social dominante", En ese sentido, "la de Sánchez
fue antes que nada una tarea de demostración en los hechos del carácter peruano
contenido en la literatura local".
LA
GRAN CONQUISTA DE MÉXICO, ¿UN DRAMA POPULAR DE ORIGEN COLONIAL?
Una vez que Hernán Cortes y su ejército entraron a la ciudad de México, se alojan en el palacio de Axayácatl. Ahí Cortes se reunió con Moctezuma, quien le dijo que por las profecías de su religión sabía que llegarían hombres del oriente súbditos, y que él, cediendo a la voluntad de los dioses, se le sometía. El pueblo mexica que veía al gobernante como una divinidad, calló ante su débil voluntad que obedecía al fanatismo.
Más tarde, Cortés fortificó el edificio en el que había sido alojado y por la noche disparó salvas para espantar a los mexica. Al día siguiente, Cortés recorrió la ciudad y se encontró con Moctezuma, quien se negó enfáticamente a discutir temas de religión.
Seis días después, Cortés reunió en consejo a los capitanes y comentaron la situación comprometida en que se encontraban por estar en una isla cuyas calzadas se podían cortar fácilmente; no tenían más víveres que los que les daban los mismos mexica; los acolhua y los tepaneca, y los pueblos guerreros del Valle reconocían el dominio de la liga del Anáhuac; las alianzas de Cortés con los tlaxcalteca y con los señores de Chalco, no eran seguras, porque podían ser detenidos por los mexica; además, no podía hacer otra matanza como la de Cholula, pues los mexica eran guerreros. Entonces para protegerse, decidieron apresar a Moctezuma.
Este día 14 de noviembre de 1519, Cortés pide audiencia a Moctezuma, acude a su palacio que estaba cruzando la calle con los capitanes Pedro de Alvarado, Juan Velázquez de León, Gonzalo de Sandoval, Alonso de Ávila y Francisco de Lugo. Cortés es recibido por Moctezuma en el salón de audiencias; Cortés entre reclamos, le dice a Moctezuma que lo debe acompañar al alojamiento de los españoles.
Moctezuma está indefenso y accede ir al cuartel. A media tarde, el pueblo está inquieto. Moctezuma queda instalado al lado de Cortés, se trasladan a sus mujeres e hijos y los grandes señores y su servidumbre y desde ahí despachará los asuntos de su estado.
En México, cual si de una nueva Valencia se tratase, el escenario donde levantar su gloria: “Vence y arrolla lo que al paso encuentra y de la rica México las cúpulas ostentan los pendones castellanos y gime cual un siervo Moctezuma. Su imperio quebrantó, que a tal pujanza no hay quien resista en la terrible lucha y el Indio cede en la infernal pelea sus tesoros, sus joyas y venturas.” Estos versos de Antonio García Tejero van acompañados de unas “notas” donde el autor confiesa su decisión de restaurar la figura de Cortés, pues “los extranjeros lo retrataron de un modo indigno (como lo hicieron con el famoso Pizarro, conquistador del Perú), atribuyéndole cualidades que no tenía, rasgos que estuvo lejos de cometer, si bien es fuerza confesar que las conquistas siempre ocasionaron sangre y horribles desventuras”.
RICARDO
PALMA, UN MAESTRO DEL SUPENSO " UNA AVENTURA DEL VIRREY POETA"
Ricardo Palma es la figura más significativa del romanticismo peruano y uno de los escritores mejor dotados del siglo XIX americano. Polifacético, espíritu renovador y progresista, su actividad literaria se desarrolla en campos muy diversos.
La trascendencia de la obra de Ricardo Palma ha sido justamente destacada por la crítica. Luis Leal lo considera el mejor "cuentista" hispanoamericano de dicha centuria; para Estuardo Núñez fue el narrador hispanoamericano de mayor influencia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Tal envergadura se vincula con la capacidad de Palma para asumir una tarea pendiente en las letras americanas: efectuar el tránsito de una literatura centrada en la tradición oral o de carácter ancilar a una literatura que va a ir privilegiando la modalidad escrita y la ficción.
La
novela y vida de Jose Carlos Mariategui
José Carlos ya había escrito una obra teatral, “Las tapadas”, con Julio Bandion, que se escenificó en enero de 1916 en el Teatro Colón, sin éxito; pero, meses más tarde, con Abraham Valdelomar, se aventuraron a escribir otra obra teatral, llamada “La Mariscala”, que glosaba el drama del mismo nombre y cuyo autor era Abraham Valdelomar. Al respecto, el crítico literario César Ángeles C. dice: “. fue escrito para su representación en el Teatro Municipal (hoy, Teatro Manuel A. Segura) por la Compañía Mario Padín. Es de anotarse que el prólogo del drama encierra en apretada síntesis su escritura oral y su discurrir temático. Como una biografía novelada, presentase una imagen impresionante de Francisca Zubiaga, la esposa del Mariscal Gamarra. Los coautores escribieron la temática de mutuo acuerdo y probablemente en sesiones de intercambio de ideas y juicios, corrigiendo y dando forma a la escritura del poema dramático”
La
fábrica como factor determinante de deshumanización en EL ZORRO DE ARRIBA Y EL
ZORRO DE DEBAJO de José María Arguedas
Según la correspondencia del autor, el proyecto de la novela habría nacido en los primeros meses de 1966. En cartas enviadas al editor español Carlos Barral fechadas en ese año, Arguedas le cuenta sobre un proyecto de novela que versaría sobre los pescadores de anchoveta y sobre la revolución producida por la industria de la harina de pescado en la costa peruana.Por otras fuentes sabemos que originalmente el proyecto novelístico estaba ambientado en el Puerto de Supe, que también vivía el boom pesquero, pero luego fue desplazado por Chimbote, hacía donde Arguedas viajó varias veces para documentarse y hacer entrevistas a pescadores y trabajadores del puerto. Fue a mediados de 1968 cuando se le ocurrió intercalar entre los capítulos de ficción de su novela unos diarios personales, el primero de los cuales redactó los días 10, 11, 13, 15 y 16 de mayo. Este «primer diario» apareció en la revista Amaru y fue lo que desató su polémica con el escritor argentino Julio Cortázar, a raíz de las críticas destempladas que éste hiciera a la literatura regionalista o telúrica.Fue una época difícil para el escritor pues atravesaba una fuerte crisis depresiva, que ya antes lo llevó a un intento de suicidio (en 1966); vivía en una continua lucha contra el insomnio y los dolores en la nuca y en la espalda. Aun así se esforzó en llevar adelante su proyecto de novela y redactó cuatro capítulos (que conforman la primera parte del libro), según cuenta en el segundo y tercer diario que intercala en la obra. El segundo diario está fechado en el Museo de Sitio de Puruchuco, en Lima, febrero de 1969, y el tercer diario en Chile, en mayo del mismo año. En Chile redactó también lo que llamó los «hervores» de la segunda parte del libro, pero después anunció estar psíquicamente incapacitado para continuar. Es entonces cuando preparó su suicidio y adquirió un revólver. En lo que rotuló como el «¿Último diario?» (cuya revisión está fechada en octubre de aquel año) mencionó el balazo que pondría fin a su vida; un mes después cumplió su amenaza (noviembre de 1969). Finalmente se inserta en la obra como epílogo la carta que el escritor envió al editor Gonzalo Losada dando sus últimas disposiciones sobre la publicación de la obra, pese a haber quedado trunca. Se ha dicho con certeza que la muerte del escritor pone fin a la novela.
En la novela los fragmentos novelescos, que narran la imposición del orden capitalista y se focalizan en Chimbote, alternan con páginas aisladas del diario personal, autobiográfico, del autor. En él se expresa la decisión de suicidarse, se narran los preparativos de ese acto terrible y se formula lo que pudiera ser el testamento de Arguedas. Sería demasiado parcial interpretar la efectiva realización de ese hecho atroz fuera de sus condicionamientos psicológicos íntimos, pero, respetando su inmancillable intimidad, es evidente que en cierto sentido la decisión del suicidio es correlativa a la comprobación de que el mundo no será como se soñó en Todas las sangres. Para José María Arguedas la vida era un acto de participación en el proceso histórico y la historia un camino de perfección; por esto, cuando comprueba que es imposible participar en el caos y que la historia desobedece a los imperativos morales del hombre, decide quitarse la vida. No es capaz de existir en un mundo que niega lo mejor del hombre. Paradójicamente, pese al sentido trágico que expresan los fragmentos novelescos y los diarios, en El zorro de arriba y el zorro de abajo se encuentran afirmaciones de esperanza.
Hombres
de caminos de MIGUEL GUTIERREZ
Gutiérrez define su extensa obra como literatura comprometida, característica que se expresa en sus ficciones a través de un denso y animado fresco social, cuya crítica es profunda y consistente, ajena a la facilidad de la propaganda. No obstante, su interpretación marxista de la realidad ha sido fuente de constante crítica en el medio editorial peruano, lo que quizás explique que no sea tan conocido fuera de la escena literaria limeña, a pesar de sus méritos artísticos.
El crítico literario Ricardo Gonzáles Vigil, manifiesta: “En el doble dominio de la creación literaria y el ensayo, no ha sido frecuente en las letras peruanas, aunque en lo concerniente a la novela, ostenta una figura mayor: Vargas Llosa. Gutiérrez ha venido a hacerle compañía”. Como vemos Miguel Gutiérrez es considerado como uno de los más importantes novelistas que tenemos, un personaje dotado de todo un bagaje cultural extraordinario claro está que tiene influencias de los grande maestros como Fullkuner, Kafka, Thomas Mann, Dostoievski, Tolstoi, Proust, Calvino y Joyce; de la misma manera se puede decir que Gutiérrez encierra dentro de sus obras temáticas múltiples, como ocurre en Hombres de Caminos con la saga de los Villar, que tiene como escenario a la región piurana de los años de 1910.
En Hombres de Caminos observamos todo un mundo mitológico, sobre todo ese mundo andino que Arguedas trató de revelarnos tanto su trascendencia e importancia; pero que a su vez ese mundo andino trató de cambiar, al pasar de lo andino a vivir en lo urbano (ciudad) y acriollarse, tal como ocurre en El Zorro de Arriba y El Zorro de Abajo. Por ello hacemos un paralelo en el que Gutiérrez plasma de que no siempre sirve vivir del pasado, en este caso del mestizaje, que ha sido una raza oprimida y que a su vez no fue ni es la solución a los diferentes problemas que puedan aquejar al Perú, mas, por el contrario, el mestizaje fue sometido al dominio y al dominante y que este suceso quizá pueda ser un hecho para mejorar el mañana, pero no siempre se puede vivir en un mestizaje; sino que ellos también, de acuerdo a la sociedad, tratarán de acriollarse como sucede en El Zorro de Arriba y El Zorro de Abajo. Lo mismo sucede con los personajes de La Violencia del Tiempo y Hombres de Caminos, entre ellos Cruz Villar, Deyanira, Martín Villar y el cura Azcarate.
Probablemente Miguel Gutiérrez estuvo reencarnado para manifestarse en su personaje Sansón Carrasco, donde éste mediante el diario El Amigo del Pueblo narra todo lo sucedido en las ciudades de Congara y del destino de Isidoro Villar. Mas parece ser que sí, Gutiérrez, se manifiesta mediante El Amigo del Pueblo, por consiguiente Gutiérrez se identifica con la raza andina, es decir de su procedencia provinciana y de su cultura. Un canal por el cual se manifiesta Gutiérrez es también por medio de Isidoro Villar en el que éste dice: “pocas veces queridos lectores he sentido tanta vergüenza por lo que he escrito, agradecí como nunca mi color mulato, porque me ayudaría a disimular el torrente de sangre que afluyó a mi rostro”, manifestaba Isidoro Villar, al ser entrevistado por Sansón Carrasco.
Allí podemos notar que este personaje en la que pareciera que Miguel Gutiérrez también actúa entre los personajes de su propia novela, sostiene que si no se analiza primero cómo es él, y a qué raza pertenece; es decir que si el ser humano busca cambiar una sociedad, lo primero que debe hacer es fijarse en sí mismo y darse cuenta del papel que cumple en este mundo, como lo hiciere los Villar. Puede que sea el motivo por el cual Miguel Gutiérrez, por su raza e idiosincrasia, busca de alguna manera identificarse a pesar de no ser andino.
Naturalmente son hechos que demuestran la genialidad y a la vez lo utópico del célebre escritor Miguel Gutiérrez, dentro de la literatura peruana, que sin duda Gutiérrez ha escalado a un escenario de reconocimientos por su pluma, pero quizá ello dependa mucho de nosotros los lectores en valorarlo por su capacidad narrativa.
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